Publicaciones

Cartografías de la memoria y la resistencia frente el olvido. Relatos espacializados del #UNANoTeCalles.

La siguiente nota de investigación se inscribe dentro de un proyecto de vinculación del programa PROCIENCIA de CONACYT en conjunto con el Centro de Investigación para el Desarrollo (ID), para el fomento del intercambio académico entre investigadores extranjeros y centros de investigación en Paraguay.

La investigación pretende recorrer los espacios de la memoria de personas que participaron de la primavera estudiantil paraguaya, específicamente el #UNANoTeCalles en 2015 y 2016, a través de la creación de cartografías colaborativas que den cuenta de relatos espacializados desde las experiencias, recuerdos y deseos de quienes fueron parte de los acontecimientos. Este artículo busca articular un diálogo entre la importancia de la construcción de una memoria colectiva, entendida como “memorias compartidas, superpuestas, producto de interacciones múltiples, encuadradas en marcos sociales en relaciones de poder. Lo colectivo de las memorias es el entretejido de tradiciones y memorias individuales, en diálogo con otros, en estado de flujo constante” (Jelin, 2001: 5)  y desde un lugar de resistencia simbólica con las tácticas de resistencia política desde los espacios de lo cotidiano (De Certeau, 1990), y entender que “así, este otro modo de construir la memoria de la experiencia comunitaria  retoma la  idea de la posibilidad de constituir un sujeto colectivo político capaz de resistir y no sólo de acatar o reproducir” (Montes, 2014), se constituyen sujetos capaces de articular y gestionar sus propios procesos políticos, surgen nuevas posibilidades de accionar desde significaciones mediadas por las disputas culturales de lo particular y lo colectivo, lo político con lo social.

El #UnaNoTeCalles fue un acontecimiento, “una expresión, un proceso, fue indignación” cuenta Macarena Chilavert, estudiante de la UNA y militante del Frente Estudiantil por la Educación al momento de la toma de la universidad, durante una entrevista realizada para la investigación. El movimiento en sí, recuerda, es el conglomerado de las articulaciones estudiantiles, los hechos que se sucedieron bajo una consigna común, los cuales en sí mismos no constituyen al #UNANoTeCalles como un movimiento, sino que lo estructuran en sí mismo como una suerte de advenimiento casi anunciado de un cúmulo de disconformidad que se resultó en una medida de fuerza de parte del estudiantado.

“En el 2015 buscábamos la destitución del Rector y también de las personas que estaban vinculadas a él. La destitución de varios decanos vinculados a él, vinculados también a muchas acusaciones de irregularidades y la investigación de los hechos de corrupción. También una de las consignas principales era, posterior a la destitución, lograr la modificación de los estatutos, porque nosotros denunciábamos que los estatutos que tenemos eran totalmente antidemocráticos, y ahí es donde empezamos la disputa por la paridad en los órganos de gobierno. Ahí es donde en el 2016 inicia todo el trabajo de la modificación de estatuto, las comisiones inter-estamentales, la participación. Las principales consignas eran: la democratización de la universidad por medio de la paridad en los órganos de gobierno.” Macarena Chilavert.

Las tres máximas con las que en su primer momento el #UNANoTeCalles empezó a manifestarse fueron, el saneamiento de la Universidad, la reforma académica y del estatuto y la relativa a la autonomía universitaria (Leite, 2015). Se podría decir que las movilizaciones realizadas a partir de las consignas de #UNANoTeCalles tuvieron dos momentos clave, en 2015 a través de la reivindicación por la destitución de Froilán Peralta y la limpieza de la universidad, y en 2016 por la reforma de los cambios en los estatutos tanto docente como estudiantiles. Los pasos que se dieron para poder llegar a lo que fue resultante de #UNANoTeCalles se sucedieron y ciertamente se habilitaron a partir de discursos que no sólo incluían peticiones concernientes al estatuto universitario, sino que en sí mismos lograron habilitar diálogos y disputas sobre el poder y la capacidad de permeabilidad y fragilidad de las instituciones educativas frente una corrupción más amplia, una corrupción con capacidad de instaurarse en los bastiones de construcción de conocimiento, que en tanto desarticulados estaban destinados a seguir siendo espacios de uso y abuso de los poderes partidarios.

El #UNANoTeCalles centró la atención no sólo en las prácticas administrativas de la UNA, sino también el resurgimiento del movimiento estudiantil universitario en Paraguay; que cuentan con una trayectoria de luchas históricas a través del tiempo. Las memorias colectivas que se dan como resultados de estas manifestaciones sociales, políticas y culturales, activan y motorizan el sentido que se le otorga al pasado, al re-interpretarlo y situarlo dentro de un presente con el que interacciona y disputa sus significaciones. Como bien dijo Ricoeur: “…la memoria colectiva sólo consiste en el conjunto de huellas dejadas por los acontecimientos que han afectado al curso de la historia de los grupos implicados que tienen la capacidad de poner en escena esos recuerdos comunes” (Ricoeur: 1999, 19).

Lo que se recuerda desde un marco cultural de interpretación (Jelin, 2001: 6) es el sentido que se le dio a cierta acción desde un proceso de subjetivación, que sitúa  nuevos acontecimientos en estructuras de sentido pre existentes. Los movimientos estudiantiles fueron, son y serán, el recorte histórico desde donde se anclen, es lo que enmarca su inteligibilidad y capacidad transformadora. “Las identidades y las memorias no son cosas sobre las que pensamos, sino cosas con las que pensamos. Como tales, no tienen existencia fuera de nuestra política, nuestras relaciones sociales y nuestras historias” (Gillis, 1994: 5).

 

Habitar en el espacio aquellos lugares simbólicos e históricos dentro de la memoria

Generar cartografías desde un punto de vista post-representacional pensándolas desde la performatividad del acto mismo de crearlas y habitarlas (Kitchin, 2010: 9), implica entender que los mapas están en un constante estado de devenir, de transformación y construcción, al igual que la memoria, se constituyen por prácticas que exceden en sí mismos su estado, el mapa y la memoria no preexisten más que “como potencia al acto mismo de ponerlo en práctica” (Risler; Ares, 2013: 53), por lo que la producción de las cartografías basadas en un relato mnemónico sugiere una interrelación entre los dos actos de recordar y plasmar esos recuerdos en memorias espacializadas.

“Toda acción performativa está atada a la historia y a las historias locales, en ella brotan la memoria de luchas e interpretaciones pasadas, la cultura de fondo, lo permanente y residual, lo silenciado por la secularización modernizadora.” (Reguillo, 2005: 5)

Los relatos localizados, al situarse en espacios de la memoria tanto física como simbólica busca releer y reinterpretar aquello que la historia en sí misma invisibiliza, una memoria espacializada está doblemente presente al tener un anclaje en un lugar específico real y al mismo tiempo un lugar simbólico dentro de un imaginario de subjetividades colectivas que resisten en el tiempo. Esto da cuenta, como dice Ana María Fernández (2006), de la coexistencia de diferentes modalidades operativas dentro de las lógicas que permanentemente accionan en el cotidiano, las condiciones de producción de subjetividades y prácticas, implican el reconocimiento de un interaccionismo de la dimensión simbólica instituyente y la dimensión instituida racional ante lo que se reconoce en la esfera de la historia.  

“El mapeo gana densidad y fuerza cuando se vuelve parte de una red de experiencias insertas en diferentes territorios, cuando colabora con desplegar una acción y un pensamiento conjunto orientado a la resistencia y el mutuo cuidado.” (Risler; Ares, 2013: 53)

Los memoria según Nora, cuenta con una carga emotiva personal pero que no dista del campo de lo colectivo, “la memoria es siempre un fenómeno colectivo, aunque sea psicológicamente vivida como individual” (Nora, 2006), por lo que las memorias en sí individuales están siempre enmarcadas socialmente. ¿Y qué es la memoria, sino la lucha constante de autopreservación frente las políticas del olvido? Aquellas políticas instituyentes, que fragmentan y dinamitan los campos de la resistencia. La memoria no es solo un conjunto de relatos, sino la enunciación de una lucha colectiva transgresora frente las esferas de un historia contada por los vencedores, porque para la historia, “el pasado aparece sólo como nostalgia y como dato anecdótico, no como historicidad, sin capacidad de dar pistas del presente” (Díaz, 2004: 53), fue sólo lo que se sucedió sin llegar a confeccionarse en un presente, esto es lo que trunca la posibilidad de construcción de procesos de transformación colectiva; hacer memoria y recordar sin anular el pasado que compone tramas que se evidencian en el presente y que van a manifestarse también siempre en un futuro, siempre leyendo el entorno donde está inmerso y el lugar de enunciación de los sentidos.

Situar el recuerdo desde el espacio, desde la Universidad como marco referencial de las luchas pasadas, y hoy en día de las luchas actuales que se siguen dando, da pie a una relectura tanto de los actores sociales, como de los procesos de construcción de las disputas de los sentidos en escenarios presentes; las prácticas espaciales suponen flujos de interacción cotidiana que constituyen espacios de imaginación y representación. Las luchas estudiantiles han generado un alto capital de memoria colectiva, que no sistematizadas pierden fuerza de relato y pierde la posibilidad de construcción de un correlato contínuo.

Rocío Rueda hace énfasis en la nueva capacidad de reterritorialización que se genera desde experiencias de intercambio de saberes a través de prácticas espacializadoras y así llegar a un «renacimiento de la experiencia singular y sensible de las personas con los lugares y sus historias(Rueda; 2008: 16), así se pueden construir y compartir nuevos relatos, es posible  encontrar una manera de producir una nueva narrativa colectiva y creativa de las interacciones sociales, articulada dialógicamente con las experiencias culturales situadas tanto en lo material como en lo simbólico, en lo físico y espacial.

Recordar es un acto político

En conclusión, recordar, es volver a encontrar los deseos pasados, los deseos políticos, sociales, es rehabitar espacios de enunciación propios que den cuentan de experiencias, aprendizajes y momentos que cronológicamente no se atraviesan de una línea de tiempo tradicional, es traer el pasado a un momento presente, tengo que escribir lo que yo sentí en ese momento, porque yo no quiero olvidarme de lo que fui (en ese momento).” comenta Romina Rojas, quien fue parte del equipo organizador del #UNANoTeCalles durante una entrevista en la que surgió, la memoria es transformista, está abierta a las manipulaciones y momentos históricos tanto personales como sociales, por naturaleza es afectiva, emotiva (Nora, 2006).

Las nuevas maneras de construir memoria, son ensayos para llegar a una gestión, análisis y relectura conjunta de los acontecimientos de manera alternativa, es la posibilidad de internalizar con empatía la otredad, de producir relatos sociales conjuntos desde el recorrido de las palabras en nuestra memoria, es atravesar los caminos de la memoria en su relación dinámica con los procesos y las prácticas sociales (Arnold, 2009: 220). No se recuerda sino con otros, se recuerda dentro de marcos y códigos culturales compartidos (Jelin, 2001: 4), nuestros recuerdos están inscritos e inmersos en narrativas colectivas, en la capacidad de interlazar correlatos y condiciones que permitan pensar en una posibilidad de pasados presentes, y futuros cercanos.

Bibliografía

  • Arnold, Denise. (2009) Cartografías de la memoria: Hacia un paradigma más dinámico y viviente del espacio. Cuadernos FHyCS-UNJu No. 36. Págs 203-244, Argentina.
  • Campos, Diana. (2017) Recordar es un acto político. En Medium, recuperado de http://bit.ly/2fZsGrr. Costa Rica. Consultado 11/10/2017
  • De Certeau, Michel. (1990) La invención de lo cotidiano. Universidad Iberoamericana. México.
  • Díaz Larrañaga, Nancy. (2004) Invariancia y cambio: El atravesamiento institucional de las organizaciones. En Revista ALAIC. Año 1. Vol.1. Buenos Aires, Argentina.
  • Fernández, Ana María. (2006) Lógicas colectivas de la multiplicidad: cuerpos, pasiones y políticas. Tramas No. 25, Págs. 129-153. UAM-X. México. 2006.
  • Jelin, Elizabeth. (2001) Los trabajos de la memoria. Cap. 2. Siglo Veintiuno. España.
  • Gillis, John R. (1994) Memory and identity: the history of a relationship. En: John R. Gillis (ed.) Commemorations. The politics of national identity. Princeton: Princeton University Press.
  • Kitchin, Rob. (2010) Post-representational cartography. lo Squaderno, 15. págs. 7-12.

 

  • Montes, Alicia. (2014) La cartografía como crónica y memoria de la experiencia urbana. en el marco de las II Jornadas de Cartografías Alternativas organizadas por el ISTLyR- Área Extensión, Consultoría y Difusión, Buenos Aires. Recuperado de http://bit.ly/2yQa5JK. Consultado 07/08/2017.
  • Nora, Pierre. (2006) “No hay que confundir historia con memoria” entrevista a Pierre Nora por Luisa Corradini, La Nación Argentina. Recuperado de http://bit.ly/2eWFY6S. Consultado 11/10/2017.
  • Reguillo, Rossana. (2005) Memorias, performatividad y catástrofes: ciudad interrumpida. Conferencia dictada en el Coloquio Políticas del Recuerdo: Dimensiones Performativas de las Conmemoraciones, Universidad ARCIS, Santiago, Chile.
  • Risler, Julia;  Ares, Pablo. (2013) Manual de mapeo colectivo: recursos cartográficos críticos para procesos territoriales de creación colaborativa. 1a ed. Tinta Limón.  Buenos Aires, Argentina.
  • Ricoeur, Paul. (1999) La Lectura del Tiempo Pasado: Memoria y Olvido. España.
  • Rueda, Rocío. (2008) Cibercultura: metáforas, prácticas sociales y colectivos en red. En Revista Nómada No. 28. Universidad Central de Bogotá, Colombia